Para esta ocasión nos tocó escribir otra crónica negra pero con la diferencia de que en esta oportunidad nosotros inventaríamos todo.
Cambio de plan
Ana Sánchez
Yo era un simple cómplice, ese que por necesidad hace lo que no debe. Todo comenzó siendo un secuestro, más tarde se convirtió en un asesinato. Cuando yo no tenía intención de continuar pues las cosas se nos habían salido de las manos, ellos quisieron eliminarme. Miedo, supongo que era lo que movía sus acciones. Miedo, era aquello que sentí cuando me encontré a mí mismo tomando una pistola y corriendo por mi vida. Yo era eso que falló en el plan.
Mi esposa necesitaba una operación ya que se encontraba muy enferma, y, aunque me pidió que no hiciera nada loco, desesperado o arriesgado para conseguir el dinero necesario y poder efectuarla, decidí ignorar sus deseos y seguir los míos, un poco egoístas pues no me imagino un mundo sin ella. El fin lo justificaba: debía mantenerla con vida.
Unos muchachos que vivían por mi casa conociendo mi situación de desespero me preguntaron si quería participar en un secuestro. Así fue como tomé la decisión. Debía hacerlo. Desde que dije “sí” me sentí muy mal porque soy el tipo de persona que busca hacer las cosas como se debe, pero después de meses sin encontrar trabajo era lo único que me quedaba.
Continuamente me decía a mí mismo: “Sólo seré el que conducirá el carro, no estaré haciendo nada totalmente malo” como para no sentirme tan mal. Pero el hecho de haber aceptado participar me recordaba lo terrible que está la situación y que por ello tendría que arruinarle el día a una persona que no tenía la culpa de eso.
La noche llegó, momento perfecto para todo acto vandálico. Mis compañeros de crimen ya tenían “pillado” al muchacho, el cual era sin duda una persona con dinero ya que no todos podemos tener el lujo de comprarnos una camioneta Mercedes Benz. Era un niño, le calculé unos 22 años, podría haber sido mi hijo, lo que hacía que me sintiera peor.
El muchacho estaba llegando a un bar a eso de las 11:30 de la noche, yo me encontraba en el carro junto a los otros dos, cuando ellos se bajaron y cerraron la puerta no sé por qué pero sonaron los seguros y las puertas se trancaron. Yo estaba tan concentrado viéndolos actuar desde el vehículo que ni pensé en volverlos a abrir.
Yo seguía expectante, ellos lo golpearon por detrás, lo agarraron e intentaron meterlo en el carro pero no pudieron abrir la puerta. Se desesperaron y me tocaban la ventana. El muchacho como pudo, les dio una patada a ambos y cuando vio sus rostros hubo un cambio en su cara. No sé de donde se conocían pero puedo jurar que el joven los reconoció.
Entraron en pánico, todo pasó tan rápido, yo estaba tan nervioso que no sabía qué hacer y cuando por fin pude salir del shock, abrí la puerta delantera. El joven salió corriendo pero no fue lo suficientemente veloz. Lo último que pude observar fue al muchacho cayendo al suelo. Una bala le había llegado por detrás. El charco de sangre fue instantáneo, la víctima nunca más se movió.
Los delincuentes estaban enojados y se gritaban entre sí, pude escuchar que uno le dijo al otro que debían llevarse el cuerpo para pedirle dinero a sus familiares. El más viejo vino hacia mí y me llamó estúpido. Aún me necesitaban, pero yo no quería continuar siendo parte de esto. Rápidamente busqué debajo del asiento donde sabía que había una pistola, me habían ordenado utilizarla sólo en caso de emergencias. Esta sin duda lo era. La tomé entre mis manos temblorosas y no volví a mirar hacia atrás.
Decidí bajarme del carro pues no quería tener más nada que ver con ellos y corrí como nunca había corrido en mi vida. Ellos estaban tan ocupados intentando meter el cuerpo en el vehículo para darse a la fuga lo más rápido posible que sólo les dio chance de dispararme unas pocas veces y desaparecer.
Al poco tiempo los volví a ver. Yo me encontraba junto a mi esposa en una ciudad diferente, buscando un nuevo inicio. Ellos sin embargo estaban en el noticiero de la noche. Habían sido atrapados. Si he aprendido algo en este mundo es que no puedes borrar las cosas que hiciste en el pasado, pero sí puedes aspirar no volver a cometer esos errores.
Ana Sánchez
Yo era un simple cómplice, ese que por necesidad hace lo que no debe. Todo comenzó siendo un secuestro, más tarde se convirtió en un asesinato. Cuando yo no tenía intención de continuar pues las cosas se nos habían salido de las manos, ellos quisieron eliminarme. Miedo, supongo que era lo que movía sus acciones. Miedo, era aquello que sentí cuando me encontré a mí mismo tomando una pistola y corriendo por mi vida. Yo era eso que falló en el plan.
Mi esposa necesitaba una operación ya que se encontraba muy enferma, y, aunque me pidió que no hiciera nada loco, desesperado o arriesgado para conseguir el dinero necesario y poder efectuarla, decidí ignorar sus deseos y seguir los míos, un poco egoístas pues no me imagino un mundo sin ella. El fin lo justificaba: debía mantenerla con vida.
Unos muchachos que vivían por mi casa conociendo mi situación de desespero me preguntaron si quería participar en un secuestro. Así fue como tomé la decisión. Debía hacerlo. Desde que dije “sí” me sentí muy mal porque soy el tipo de persona que busca hacer las cosas como se debe, pero después de meses sin encontrar trabajo era lo único que me quedaba.
Continuamente me decía a mí mismo: “Sólo seré el que conducirá el carro, no estaré haciendo nada totalmente malo” como para no sentirme tan mal. Pero el hecho de haber aceptado participar me recordaba lo terrible que está la situación y que por ello tendría que arruinarle el día a una persona que no tenía la culpa de eso.
La noche llegó, momento perfecto para todo acto vandálico. Mis compañeros de crimen ya tenían “pillado” al muchacho, el cual era sin duda una persona con dinero ya que no todos podemos tener el lujo de comprarnos una camioneta Mercedes Benz. Era un niño, le calculé unos 22 años, podría haber sido mi hijo, lo que hacía que me sintiera peor.
El muchacho estaba llegando a un bar a eso de las 11:30 de la noche, yo me encontraba en el carro junto a los otros dos, cuando ellos se bajaron y cerraron la puerta no sé por qué pero sonaron los seguros y las puertas se trancaron. Yo estaba tan concentrado viéndolos actuar desde el vehículo que ni pensé en volverlos a abrir.
Yo seguía expectante, ellos lo golpearon por detrás, lo agarraron e intentaron meterlo en el carro pero no pudieron abrir la puerta. Se desesperaron y me tocaban la ventana. El muchacho como pudo, les dio una patada a ambos y cuando vio sus rostros hubo un cambio en su cara. No sé de donde se conocían pero puedo jurar que el joven los reconoció.
Entraron en pánico, todo pasó tan rápido, yo estaba tan nervioso que no sabía qué hacer y cuando por fin pude salir del shock, abrí la puerta delantera. El joven salió corriendo pero no fue lo suficientemente veloz. Lo último que pude observar fue al muchacho cayendo al suelo. Una bala le había llegado por detrás. El charco de sangre fue instantáneo, la víctima nunca más se movió.
Los delincuentes estaban enojados y se gritaban entre sí, pude escuchar que uno le dijo al otro que debían llevarse el cuerpo para pedirle dinero a sus familiares. El más viejo vino hacia mí y me llamó estúpido. Aún me necesitaban, pero yo no quería continuar siendo parte de esto. Rápidamente busqué debajo del asiento donde sabía que había una pistola, me habían ordenado utilizarla sólo en caso de emergencias. Esta sin duda lo era. La tomé entre mis manos temblorosas y no volví a mirar hacia atrás.
Decidí bajarme del carro pues no quería tener más nada que ver con ellos y corrí como nunca había corrido en mi vida. Ellos estaban tan ocupados intentando meter el cuerpo en el vehículo para darse a la fuga lo más rápido posible que sólo les dio chance de dispararme unas pocas veces y desaparecer.
Al poco tiempo los volví a ver. Yo me encontraba junto a mi esposa en una ciudad diferente, buscando un nuevo inicio. Ellos sin embargo estaban en el noticiero de la noche. Habían sido atrapados. Si he aprendido algo en este mundo es que no puedes borrar las cosas que hiciste en el pasado, pero sí puedes aspirar no volver a cometer esos errores.